En el año 1985, un grupo de niños gritones autodenominados
Goonies descubría un tesoro en un barco hundido, el ucraniano Sergéi Bubka se
convertía en el primer saltador de pértiga en superar los seis metros de altura
y Carlos Rivera era ya alcalde de Torremocha del Jarama (Madrid). Mientras, en
un rincón de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (más
conocida por sus siglas CERN) el joven científico británico Tim Berners-Lee
comenzaba a pensar en cómo compartir ideas y documentos a través de la entonces
incipiente red de Internet.
La emoción que producen las películas, el salto con pértiga y la alcaldía de Torremocha del Jarama no han cambiado en 30 años, pero el invento del señor Berners-Lee ha modificado brutalmente la economía, la industria, las finanzas, la política, el comercio, las relaciones sociales, la privacidad y hasta el amor. En los últimos tres decenios, Internet lo ha cambiado todo.
La emoción que producen las películas, el salto con pértiga y la alcaldía de Torremocha del Jarama no han cambiado en 30 años, pero el invento del señor Berners-Lee ha modificado brutalmente la economía, la industria, las finanzas, la política, el comercio, las relaciones sociales, la privacidad y hasta el amor. En los últimos tres decenios, Internet lo ha cambiado todo.